Prefacio
Se ha argumentado que el
historiador se asemeja a un detective (Winks). La historiografía del anarquismo
ciertamente se presta a tal comparación.
En “La carta robada”, uno de los cuentos cortos de Edgar Allan Poe
protagonizados por el detective parisino Auguste Dupin, conocemos a Monsieur G,
un oficial de policía ‘para quien todo lo que excedía su comprensión era “raro”,
por lo cual vivía rodeado de una verdadera legión de “rarezas”’. Un día llama a
Dupin, quien está sentado en casa en actitud meditativa, para explicarle un
nuevo caso: ‘Es un asunto muy
sencillo y no dudo de que podremos resolverlo perfectamente bien por nuestra
cuenta; de todos modos pensé que a Dupin le gustaría conocer los detalles,
puesto que es un caso muy raro.’ ‘Sencillo
y raro’, dice Dupin dudoso (257–8).
Tal es la situación con la historiografía del anarquismo.
Muchos historiadores no esperan hacer sentido del anarquismo, y por
lo tanto, como Monsieur G, viven felices entre una legión de rarezas: para
ellos, los anarquistas ‘son conmovedores en su sinceridad, aún si inocentes al
punto de la auto-destrucción’ (Carr); ‘cuando se discute con el anarquismo, se
discute con un punto de vista absurdo’ (Horowitz, 589); y ‘el desinterés y
heroísmo de los mejores activistas anarquistas despierta nuestra admiración, y
a la vez su estupidez nos irrita y desconcierta’ (Zagorin). Inocencia, absurdo,
estupidez son considerados atributos obvios del anarquismo que no requieren
discusión. Obviamente absurdo, simple, y raro.
No se necesita decir que, es Dupin quien eventualmente resuelve el
caso de la carta robada, que resulta ser ni simple ni raro. Su método, que es
la antítesis del de G, se ilustra muy bien en otro cuento de Poe, “Los
asesinatos de la calle Morgue”, en el que la policía está confundida con un
feroz asesinato cometido sin motivo aparente por uno o más individuos de rasgos
físicos extraños. Confrontado a un laberinto de detalles contrapuestos, Dupin
utiliza la coherencia como principio heurístico y resuelve probar que ‘las “imposibilidades”
aparentes no son, en realidad, tales’. Por ejemplo, luego de establecer que los
asesinos deben haber escapado por las ventanas de cierta habitación, razona: ‘Por
tanto, no pudieron asegurar nuevamente los marcos desde el interior... Sin embargo,
los marcos estaban asegurados. Deben, pues, tener una manera de
asegurarse por sí mismos... Comprendí entonces que debía de haber algún resorte
oculto...’ Examinando, Dupin ciertamente encuentra un resorte oculto y
eventualmente la solución al misterio: el asesino fue un orangután que se le
escapó a su dueño. La polícía, explica, había considerado irresoluble el
misterio por haber caído ‘en el grueso pero común error de confundir lo
insólito con lo abstruso’ (148–9).
En este libro propongo tomar la aproximación de Dupin para
investigar si es que el anarquismo puede hacer sentido y puede ser interpretado
como una estrategia sensible y racional de acción. El anarquismo es ciertamente
inusual. De todos los movimientos políticos que han existido, es el único que
busca la abolición del poder político en vez de su captura. ¿Es abstruso, sin
embargo? Este puede ciertamente ser un común pero grueso error que brota de la
falta de comprensión. Como Dupin en la “calle Morgue”, intento embarcarme en
una exploración de las ideas y la acción anarquistas guiado por la coherencia
como principio heurístico, con la esperanza de ser llevado a una interpretación
en la que las ‘rarezas’ e ‘imposibilidades’ aparentes se disuelvan y sean
reemplazadas por la comprensión.
Así como las historias de detectives no explican el método de sus
protagonistas en lo abstracto, sino que lo demuestran en funcionamiento, así
aplico mi aproximación a un caso histórico, aquel del anarquista Italiano
Errico Malatesta (1853–1932).
La figura de Malatesta es tanto prominente como infravalorada. Es
reconocido como representante singular del anarquismo internacional, pero su
nombre no siempre resuena, especialmente fuera de Italia. Sus panfletos — Fra Contadini (Entre campesinos), L'Anarchia (La anarquía), Al Caffè (En el café) — están entre los
más grandes ‘best-sellers’ anarquistas de todos los tiempos. Y sin embargo es
considerado más un hombre de acción que de pensamiento, tal vez, irónicamente,
porque su rara habilidad de expresar ideas complejas en términos simples ha
sido confundida con una falta de profundidad intelectual. Y, claro, ha tenido
su parte en los juicios históricos de tipo simple-y-raro. Un biógrafo temprano
escribió que en su vejez sus visiones siguieron siendo ‘suficientemente simples
y alejadas de la realidad como el credo anarquista de sus primeros días. Un
credo generoso y una filosofía humanitaria, pero tan efectiva como arma
revolucionaria contra el sistema existente como el tomahawk de un bravo indio
contra el tanque’ (Nomad, 47). Ese juicio quedó. Un artículo memorial de
febrero de 2011 en un periódico importante italiano llama a Malatesta ‘un
campeón de los fracasos’ y se pregunta por qué los gobiernos le temían tanto
(Stancanelli). El énfasis en tales análisis está en la brecha abismal entre
medios y fines, ideal y realidad. Sin embargo, ¿podría la brecha ser entre la
realidad y la comprensión del observador, en vez?
Mi movida de partida para intentar responder esta pregunta es
conceder a Malatesta el beneficio del sentido común. Este supuesto metodológico
se vuelve mi principio motor en el intento de una interpretación completa y
coherente de sus intenciones, creencias, y acciones.
Como parte de este proceso de reinterpretación trato
sistemáticamente de relacionar las creencias anarquistas aparentemente raras
con ideas más ‘razonables’ y acreditadas de la teoría política y las ciencias
sociales. Los conceptos anarquistas parecen ir frecuentemente en contra de las
categorizaciones estándar en aquellos campos. Esto puede ser culpa no de la
inconsistencia anarquista sino de aquellas categorizaciones. Los pares de
conceptos opuestos, como individualismo–holismo, egoísmo–solidaridad, libre
iniciativa–planificación, y capitalismo–socialismo, han sido tradicionalmente
agrupados en dos bloques mutuamente excluyentes separados por una especie de
Muro de Berlín conceptual. El anarquismo ha quedado al margen de tales
categorizacoines. Entre los dos caminos de la democracia liberal y el
socialismo de Estado, el anarquismo ha sido considerado por unanimidad como un
callejón sin salida. Una de las tareas de este volumen es explicar cómo es que
los anarquistas lo consideraban una vía abierta.
El libro examina 11 años en la vida de Malatesta, desde 1889 a 1900,
los que pasó en su mayor parte en el exilio en Londres, la sede del anarquismo
continental, mientras que a la vez hizo sentir fuertemente su presencia en
Italia y otros países. Este período es suficientemente amplio y central en la
vida de Malatesta como para permitir una visión comprehensiva de cómo se
desarrollaron sus ideas. Simultáneamente, es suficientemente restringido como
para permitir una reconstrucción empírica detallada de su acción. Esta última
tarea requiere necesariamente de un estudio más amplio de cómo funcionaba el
movimiento anarquista, en la búsqueda de aquellos ‘resortes ocultos’ — y el
anarquismo tuvo unos cuantos — que ayudan a mostrar que las aparentes
‘imposibilidades’ no eran realmente tales.
En cuanto a la acción colectiva anarquista, identifico tres niveles,
que, por el bien de la brevedad, podrían ser denominados ‘red anarquista’,
‘partido anarquista’, y ‘movilización anarquista’. Aproximadamente, uso la
noción de la red anarquista para dar cuenta de la organización informal o
subterránea, y la de partido anarquista — que tomo, de algún modo
provocativamente, del uso del propio Malatesta — para dar cuenta de la
organización en forma formal o pública. La movilización anarquista da cuenta de
la iniciativa de los anarquistas dentro de los movimientos sociales más
amplios.
El libro es tanto un trazado histórico como un análisis sistemático
del anarquismo de Malatesta. Las dos tareas son ortogonales, pues la primera es
cronológica mientras la segunda es temática. Me he esforzado por combinar las
dos y tratarlas en paralelo. La estructura general del libro es cronológica.
Sin embargo, para evitar la fragmentación temática, discuto cada tema sólo una
vez y por completo, en conexión con el período adecuado más temprano. Así, en
cada capítulo, las secciones concernientes a la acción de Malatesta se
entretejen con otras que tratan de aspectos teóricos o tácticos que están
históricamente relacionados a la narración principal del capítulo. A lo largo
del libro me embarco constantemente en un diálogo crítico con la historiografía
del anarquismo, buscando ilustrar y contestar las debilidades metodológicas y los
escollos historiográficos que rodean a este movimiento.
El libro no tiene notas*. Todas
las citas son hechas con referencia a las obras citadas al final. Cuando una
referencia no es completamete recuperable desde el texto, se añade una cita en
paréntesis. Las citas son por título abreviado en el caso de obras de Malatesta
o anónimas. De otro modo es por nombre de autor.
A menos que se señale de otra manera, todas las traducciones son mías.
* N.
del T.: La edición anterior a la de AK Press fue una publicación directa de la tesis
de doctorado de Davide Turcato, más extensa y que sí tenía notas. En esta
traducción al castellano he preferido conservarlas.