9.2

Una sociedad socialista abierta
El experimentalismo era otro rasgo guía en el anarquismo de Malatesta que recibió plena expresión en su visión gradualista. Las ideas anarquistas eran “el sistema experimental traído desde el campo de la investigación al de la realización social.”[1] 
Esto tornó al método de la libertad en algo primordial.
Solo al dejar florecer los experimentos sociales podían surgir las mejores soluciones y ser reconocidas. La anarquía no era “la perfección” o un “ideal absoluto”, sino “la vía abierta a todo progreso y a toda mejora para el beneficio de todos.” En una perspectiva pluralista, como defendía Malatesta en 1889, las “utopías” y las soluciones específicas conciernen a los individuos y a los grupos, en vez de a una doctrina anarquista compartida. En 1896 Malatesta resumió su perspectiva de este modo sobre el asunto del colectivismo y el comunismo, de donde se origina su pluralismo: “Soy comunista sólo con la condición de que no tengo que serlo. Así es como considero al colectivismo como una alternativa necesaria para asegurar el carácter libertartio del comunismo.”[2] La experimentación social debía actuar de filtro, descartando soluciones inviables y seleccionando las viables, lo cual podía no necesariamente coincidir con la utopía específica de nadie, sino resultar en vez de su interacción.
La piedra angular del gradualismo anarquista era la noción del anarquismo como método, otra idea que Malatesta expresó por vez primera en 1889 (“I nostri propositi: I”), cuya relevancia es mejor apreciada en retrospectiva, a la luz de su trayectoria posterior. El método anarquista no solo caracterizaba a la acción anarquista en el presente, sino que se convertía en la sustancia de la anarquía misma, la que ya no se identifica más con uno u otro plan, sino con la sociedad donde la búsqueda de la mejor solución para los problemas sociales se lleva a cabo mediante el método de la libertad. Como señala Peter Marshall, "no solo los medios influyen a los fines, sino que los medios son fines en desarrollo."
Brevemente, el método de la libertad era tanto un método de lucha como la sustancia misma de la anarquía. En esta perspectiva, la anarquía caracteriza a un proceso de toma de decisiones, en vez de a un arreglo social específico, similarmente en  la noción de democracia. En cada caso, sería un error de categoría requerir una descripción detallada de sociedad, pues la esencia de tales nociones es que la forma específica de una sociedad se le deje a sus miembros.[3]
Había una relación necesaria entre el gradualismo anarquista y el anarquismo como método. Consistía en definir a la sociedad en términos de agregación de disposiciones individuales. En esta perspectiva, la anarquía se reestructuraba como una sociedad de anarquistas, es decir de individuos que sostienen disposiciones anarquistas. Apuntar al bienestar de todos los seres humanos, practicar el método de la libertad, y ser motivados por la solidaridad eran todas posturas intencionales que podían ser afirmadas de individuos en vez de sociedades enteras. La anarquía era una sociedad donde la solidaridad y el método de la libertad eran generalizados. Pero, antes de alcanzar ese punto, existía todo tipo de etapas intermedias, donde la solidaridad y el método de la libertad estaban limitados a sectores de la sociedad, o incluso a minorías.
En otras palabras, el giro metodológico — en el sentido dual de definir al anarquismo como método y de entender la sociedad en términos metodológicos individualistas — permitía una visión de la anarquía como un proceso gradual. El anarquismo se volvió una de las fuerzas de cuya interacción resultaba la dirección de la sociedad. Mientras más fuerte la fuerza anarquista, más la sociedad se encaminaría hacia la anarquía.
La amplitud teórica del anarquismo como método puede apreciarse al señalar similitudes con teorías contemporáneas fuera de la tradición anarquista, como la “sociedad abierta” de Karl Popper y el “marco para la utopía” de Robert Nozick.
La aproximación de Popper a la política abandona la labor positiva de determinar "quién debe gobernar" por la negativa de idear instituciones políticas que prevengan la tiranía. Para él, las teorías de la soberanía recuerdan a la "paradoja de la libertad," pues la soberanía puede siempre ser ejercida de modo contraproducente, por ejemplo en un pueblo que escoge ser gobernado por un tirano. En constraste, Popper busca desarrollar una teoría de control democrático que no proceda desde una doctrina de lo justo del gobierno de la mayoría, sino desde la vileza de la tiranía. Aunque no se puede nunca desarrollar instituciones infalibles, Popper considera que las elecciones y la representación son salvaguardas razonables contra la tiranía, "siempre abiertas al mejoramiento, e incluso proveen de métodos para su propio mejoramiento."
Una búsqueda auto-sustentable para lo viable en vez de para lo absolutamente mejor además motiva la aproximación fragmentada de Popper a la ingeniería social, pues la vida social, mantiene él, es demasiado compleja para que alguien juzgue un anteproyecto para la ingeniería social a gran escala. Desde su aproximación consistente en experimentos, reajustes, y disposición a aprender de los errores, argumenta Popper, la ingeniería social fragmentada implicaría la introducción del método científico a la política.[4]
Nozick está de igual modo interesado en tales principios del diseño institucional en los que “los malos hombres a la cabeza puedan hacer poco daño.” Discute el estado mínimo desde la perspectiva de la teoría utópica. Para Nozick, “no habrá un tipo de comunidad existente y un tipo de vida conducida en la utopía.” En vez, “la utopía consistirá de utopías, de muchas comunidades diferentes y diverfentes en las que las personas lleven distintos tipos de vidas bajo distintas instituciones.” Así, la utopía se vuelve “un marco para las utopías, un lugar donde las personas están en libertad de unirse voluntariamente para buscar e intentar realizar su propia visión de la buena vida en la comunidad ideal pero donde nadie puede imponer su propia visión utópica a los demás.” Para Nozick, la utopía como meta-utopía, como el ambiente donde se pueden intentar experimentos, y que deben ser realizados antes si es que visiones utópicas más particulares han de realizarse con estabilidad, es equivalente al estado mínimo. En este marco, la mejor sociedad se busca a través de una combinación de “mecanismos de diseño” y “mecanismos de filtro.”
Los modelos específicos de comunidad son generados y promovidos por los individuos y grupos, mientras que el apoyo, o falta de éste, a tales propuestas funciona como un proceso de filtro.[5]
Hay claras cosas en común entre estos dos modelos y el gradualismo de Malatesta: hay una desconfianza básica en el poder como medio para alcanzar fines positivos; no se provee de ninguna descripción de las mejores instituciones; se describe un método que hace posible un proceso abierto de mejoría, dejando su cumplimiento a la responsabilidad e iniciativas agregadas de los individuos; y el proceso es experimental, sobre el supuesto de que la complejidad y diversidad de la sociedad hace imposible perseguir colectivamente e intencionalmente un anteproyecto a priori. En particular, la preocupación de Popper de hacer auto-sustentable al método de libertad y evitar las paradojas de la libertad y la soberanía es también la preocupación de los anarquistas, para quienes aquellas paradojas eran la sustancia misma de toda sociedad donde las personas enajenan su libertad hacia un gobierno. Así como expusieron la naturaleza opresora del gobierno, enfatizaron que su pilar principal era la sumisión de las personas, la “servidumbre voluntaria” de Etienne de La Boetie.[6] Dicha afinidad entre Popper y el anarquismo se confirma en una entrevista de 1982 en la que expresa simpatía con el anarquismo, al que desestimó en The Open Society. Es, dice, un ideal irrealizable, pero mientras más cerca podamos ir a él, mejor es la libertad.[7]
A su vez, Nozick pone énfasis en el rol fundamental de la utopía como motivación individual y colectiva, en un marco que no es utópico sino pluralísticamente abierto a todas las utopías, en tanto no pongan en peligro al marco mismo. Claramente, hay diferencias fundamentales que separan a Malatesta de Popper y Nozick. Sin embargo, éstas no son tanto sobre la dinámica del marco, que tiene asombrosas similitudes, sino sobre las condiciones que hacen su funcionamiento posible, las que son más rigurosas para Malatesta. Describió tales diferencias en La Anarquía, donde definió al liberalismo como “un tipo de anarquía sin socialismo.” Para él, el método liberal “se basa en la libre empresa individual y proclama, si no la abolición, al menos la reducción de las funciones gubernamentales a un mínimo absoluto; pero dado que respeta la propiedad privada y está completamente basado en el principio de cada cual para sí mismo y por ende de la competencia entre las personas, la libertad que patrocina es para los fuertes.” Lejos de producir armonía, este método conduce a la explotación y la dominación. En resumen, para Malatesta, el método de libertad compartido por Popper y Nozick no es auto-sustentable sin la solidaridad.[8]
Las referencias de Malatesta al socialismo y la solidaridad esclarecen que reestructurar la anarquía como un proceso de toma de decisiones no significa tornarla en una noción vacía y formalista. Vale la pena recordar la definición de anarquía de Malatesta como el tener condiciones de igualdad como punto de partida, la solidaridad como su faro, y la libertad como su método.[9] Aunque la definición no da descripción alguna de una sociedad anarquista, ésta estaba lejos de ser vacía. De hecho, traza una línea incluso dentro del anarquismo. El punto de partida en la búsqueda del bienestar de todos era la igualdad de condiciones, provista por la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Malatesta así reafirma una noción socialista y sustancial de la igualdad basada en la satisfacción de las necesidades materiales, en contraste con la noción formal de la democracia liberal. Pero el socialismo era sólo un punto de partida. Hay distintos caminos abiertos y diversas soluciones podrían intentarse, mientras su motivación fuese la solidaridad. Esta afirmación aparentemente obvia era crucial. En contraste con la tradición Marxista, Malatesta afirmaba a las disposiciones humanas como la esencia de la sociedad socialista. Al mismo tiempo, en contraste con la tradición liberal, afirmaba que el bien común podía solamente alcanzarse apuntando intencionalmente a él. Finalmente, en contraste con las versiones egoístas del anarquismo, él mantenía que no podría haber anarquía sin solidaridad.



[1] Ver capítulo 8, nota 18.
[2] Malatesta a Hamon, Londres, 20 de Julio de 1896, Hamon Papers, file no. 109, IISG.
[3] Ver capítulo 4, nota 7; Marshall, 637.
[4] Karl R. Popper, The Open Society and Its Enemies. Volume 1: The Spell ofPlalo, 5th rev. ed. (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1966; reprint, 1971), 120-5, 158-9, 163.
[5] Robert Nozick, Anarchy, State, and Utopia (New York: Basic Books, 1974),298,311-7.
[6] Etienne de La Boetie, The Politics o/Obedience: The Discourse of Voluntary Servitude, 2d ed. rev. (Montreal: Black Rose Books, 1997).
[7] Malachi Haim Hacohen, Karl Popper. The Formative Years, 1902-1945: Politics and Philosophy in Interwar Vienna (Cambridge University Press, 2000; reprint, 2002), 505, n. 210.
[8] Malatesta, Anarchy, 46.
[9] Ver capítulo 4, nota 15.