Epílogo:
pragmatismo y coherencia
Las innovadoras visiones de Malatesta expresadas en L'Associazione
representaban un giro metodológico y proveían de un suelo fértil para el
desarrollo continuado de sus ideas. Comenzaron a debilitar una visión en blanco-y-negro
de la sociedad, de acuerdo a la cual o bien una sociedad era anarquista o no lo
era, o bien el gobierno y la propiedad privada existía o no. La sociedad futura
ya no era considerada como estáticamente perfecta, como “el ideal absoluto que
como el horizonte retrocede tan rápido como nos acercamos a él”; en vez, vino a
ser considerada como un proceso, como “la vía abierta a todo progreso y a toda
mejoría para el beneficio de todos.”[1]
En cuanto a la sociedad presente, el individualismo metodológico abría la
puerta a una visión más graduada de la sociedad. El gobierno y la propiedad
privada podrían tener una mayor o menor fuerza, dependiendo de la fuerza e
intransigencia de la oposición que encontrasen. Malatesta anunció tal visión en
los párrafos finales de la versión de 1891 de L'Anarchia, donde
argumentaba por el valor del anarquismo en llevar a cabo el progreso social,
independiente de si la anarquía y el socialismo triunfarían o no en la
siguiente revolución:
En cualquier caso tendremos en los eventos el
tipo de influencia que reflejará nuestra fuerza numérica, nuestra energía,
nuestra inteligencia y nuestra intransigencia. Aún si somos vencidos, nuestro
trabajo no habrá sido en vano, pues mientras mayor nuestra resolución por
alcanzar la implementación de nuestro programa a cabalidad, menos propiedad, y
menos gobierno habrá en la nueva sociedad. Y habremos realizado una tarea digna
pues, después de todo, el progreso humano se mide por el grado en que el poder
gubernamental y la propiedad privada se reducen.[2]
En esta nueva apreciación
del anarquismo estaban las semillas de las ideas que Malatesta formularía
completamente en la década de 1920. Aquellas formulaciones fueron el resultado
de décadas de experiencias revolucionarias, luchas, y derrotas, contrastando
así con el estereotipo irracional del anarquismo como inalterable y
desconectado de la realidad. La interacción dinámica entre ideal y realidad y
entre minorías conscientes y masas que Malatesta postula en 1889 llamaba al
pragmatismo al adaptar las tácticas a las situaciones contingentes. Aquellas
formulaciones posteriores serían resultado de tres décadas de experimentos
revolucionarios. A la vez, que las ideas de Malatesta de la década de 1920
tuviesen raíz en su giro teórico de 1889 habla de la coherencia de su
anarquismo, desafiando así otro lado del estereotipo irracional, aquel del
anarquismo como contradictorio e inconsecuente.
Tanto la flexibilidad
táctica como la unidad teórica del anarquismo de Malatesta fueron bien
ilustrados por su trayectoria durante la década de 1890, comenzando con la
actividad insurreccional de 1890-2, al cual se dedica el siguiente capítulo.