4.6

Individualismo metodológico
Con excepción del insurreccionalismo, los principios tácticos de Malatesta no abogaban por tácticas específicas, sino que ofrecían directrices para escoger tácticas. En su naturaleza metodológica, aquellos principios eran consistentes con la redefinición del anarquismo de Malatesta como método, cuya importancia para el pensamiento anarquista difícilmente puede ser sobre-enfatizada.
En la transición desde la versión de 1884 de “L'Anarchia” a la de 1891 puede uno discernir al mismo tiempo la continuidad de temas y lo innovador de las conclusiones a las que Malatesta llegó eventualmente. La anarquía ya no se definía, más o menos estáticamente, como un esquema, una descripción ideal de cómo se organizaría una sociedad perfecta en su conjunto; en vez, se describía como un método que define a un proceso de final abierto, que garantiza que la mejor sociedad posible se alcance, sin describir cuáles serían sus rasgos específicos. Tal método era un método de libertad; su pre-requisito era que la propiedad privada de los medios de producción y el gobierno fuesen abolidos; y la fuerza motriz de evolución social era la solidaridad. La relación entre la solidaridad de individuos y la organización de la sociedad en su conjunto había sido invertida: ya no se trataba de que la mejor organización de la sociedad asegurase la solidaridad de los individuos, sino que ésta última engendraba, por medio de la libre iniciativa, la mejor organización social posible. Las ideas sobre soluciones específicas a los problemas sociales aún eran relevantes, pero éstas concernían a los individuos, y como tales contribuían a dar forma a la nueva sociedad, mientras fuesen inspiradas por el faro de la solidaridad. En suma, el método anarquista se convertía no sólo en la esencia del partido anarquista en el presente, sino también de la sociedad anarquista en el futuro.
En el centro de la transición de Malatesta desde definir el anarquismo en términos de esquemas de sociedad a definirlo en términos de método había un giro aún más fundamental en su pensamiento, que provee de unidad al tema discutido hasta ahora. Conceptos como colectivismo y comunismo eran inherentemente colectivos, mientras que el método era individualmente aplicable. En correspondencia, el giro en cuestión era un giro metodológico desde una perspectiva holística a una perspectiva individualista de la sociedad. Los términos “holismo metodológico” e “individualismo metodológico” pertenecen a la filosofía de la ciencia social del siglo veinte. En breves cuentas, el primero explica la conducta de los individuos en términos de la influencia y las restricciones que los conjuntos sociales ponen a cada cual; el segundo explica los conjuntos sociales como resultado final de las complejas interacciones entre los actores.[1] Aunque Malatesta nunca usó tales términos y no puede ser reclamado como precursor de ideas propuestas décadas más tarde, una perspectiva metodológica individualista es evidente en sus escritos después de 1889. Por ejemplo, en la de 1891 de “L'Anarchia” escribió:

El ser real es el hombre, el individuo. La sociedad o la colectividad — y el Estado o gobierno que afirma representarla — si no es una abstracción vacía debe componerse de individuos. Y es en el organismo de cada individuo que todos los pensamientos y actos humanos inevitablemente tienen origen, y de ser individuales se vuelven pensamientos y actos colectivos cuando son o comienzan a ser aceptados por muchos individuos. La acción social, por lo tanto, no es ni la negación ni el complemento de la iniciativa individual, sino que es el resultado de iniciativas, pensamientos, y acciones de todos los individuos que componen la sociedad; una resultante que, siendo todas las demás cosas iguales, es mayor o menor dependiendo de si las fuerzas individuales se dirigen a un objetivo común o están divididos o son antagonistas. Y si en vez, como lo hacen los autoritarios, uno quiere decir acción gubernamental cuando habla de acción social, entonces ésta aún es resultante de fuerzas individuales, pero solo de aquellos individuos que forman el gobierno o de quienes por razón de su posición pueden influenciar la política del gobierno.[2]


A diferencia del individualismo metodológico del siglo veinte, que es explicativo y descriptivo, el individualismo metodológico de Malatesta tenía además un carácter prescriptivo, convirtiéndose en la base de su modelo de acción social intencionada. Sin embargo, evaluar la sociedad es igualmente requerido en los dominios descriptivo y prescriptivo, por lo tanto la extensión de conceptos metodológicos desde un domino a otro se justifica. La distinción entre individualismo metodológico y ético debe ser también enfatizado, pues Malatesta no era un individualista en el segundo sentido, su defensa de la solidaridad como la base del socialismo claramente lo demuestra.
Ya existían elementos de individualismo metodológico en la tradición de pensamiento político que influenció a Malatesta, esto sugiere que tal postura no era una mera adición contingente a las ideas de Malatesta, sino que estaba lógicamente conectada a ellas. Por ejemplo, Carlo Pisacane, quien tuvo fuerte influencia sobre los Internacionlistas italianos, escribió en 1857 que no se negaba que la revolución debía hacerla “el país”. Sin embargo, añadió, “el país está compuesto de individuos... Si todos dijesen: la revolución debe ser hecha por el país y yo, siendo una parte infinitesimal del país, tuviese mi infinitesimal porción de deber que hacer y lo hiciese, la revolución se llevaría a cabo inmediatamente y sería invencible debido a su escala”.[3]
Además, actitudes metodológicas opuestas estaban ya implícitas en las respectivas perspectivas sobre la voluntad humana sostenida por los marxistas y los anarquistas desde la Primera Internacional. Los marxistas se centraban en comprender las leyes de desarrollo de los procesos sociales autónomos. En vez, los voluntaristas anarquistas se centraban en las agencias individuales de los actores sociales y su interacción. Tal contraste, que inmediatamente se presta para ser descrito metodológicamente en términos de holismo versus individualismo, subyace a los distintos modos en que se establecían las metas colectivas. Para los holistas el objeto de la acción intencionada de los proletarios era la “misión histórica” asignada a ellos por las leyes del desarrollo social. En contraste, los individualistas enfatizaban que los fines de la acción intencionada se escogían.
Después de 1889 la postura individualista metodológica de Malatesta se hizo explícita y abarcó todo tema con que lidió en L 'Associazione.
Por ejemplo, aunque siempre había hecho una distinción entre las minorías conscientes y las masas, el nuevo énfasis puesto en la brecha de consciencia entre las minorías y las masas señalaba una reorientación de su perspectiva sobre su relación mutua. En la Internacional se sostenía que el proletariado era el sujeto revolucionario, y la Internacional debía ser la organización del proletariado. Una suposición holística subyace a tal perspectiva, desde la cual, como Malatesta más tarde reconoció, la tendencia procedió a pasar por alto la brecha entre las masas proletarias y la minoría consciente que de hecho formó la Internacional. El nuevo reconocimiento de Malatesta de esa brecha iba mano a mano con su rechazo de toda suposición holística. La organización que él defendía en 1889 ya no era la organización del proletariado entero, sino un partido anarquista. Este último estaba compuesto por trabajadores, pero solo afirmaba representarse a sí mismo, no al proletariado en su conjunto. Clamaba autonomía al mismo tiempo que reafirmaba su propósito de trabajar entre las masas y de “ir hacia el pueblo”. La distinción entre las organizaciones anarquista y de trabajadores no fue un ajuste a una brecha de consciencia contingente entre minorías y las masas. Sino, adoptó un carácter prescriptivo, como dejó en claro Malatesta en 1897, remarcando que “los congresos anarquistas deben ser sostenidos por los anarquistas, no por los trabajadores en general”.[4]
La reorientación metodológica de Malatesta fue también evidente en su nueva perspectiva del colectivismo y el comunismo. En 1884 había mantenido que el colectivismo era impotente para llevar a cabo una transformación moral del pueblo. En contraste, en 1889 mantuvo que la transformación moral del pueblo impediría que el colectivismo trajese de vuelta el privilegio y el trabajo asalariado.
Sobre el tema del pluralismo, también, Malatesta no tomó solamente una postura instrumental por el bien de la unidad, sino que le dió al pluralismo un carácter prescriptivo. Abandonar la controversia colectivista-comunista no era solo una posibilidad táctica, sino también una necesidad dictada por el método anarquista.
Finalmente, al moverse de una idea de la anarquía como descripción de la organización social óptima, a la de la anarquía como método, Malatesta resolvió totalmente la idea de la sociedad anarquista en disposiciones y acciones individuales. El resultado final de la interacción entre actores se dejó inespecificada; pero en el grado en que la interacción estaba informada por disposiciones anarquistas, y por lo tanto conducida por el método anarquista, el resultado podía solo ser una sociedad anarquista.



[1] J. W. N. Watkins, "Ideal Types and Historical Explanation," The British Journalfor the Philosophy of Science 3 (1952); reimpreso en Readings in the Philosophy ofScience, ed. Herbert Feigl y May Brodbeck (New York: Appleton-Century-Croft, 1953), 729.
[2] Anarchy, 36.
[3] Carlo Pisacane, "Political Testament," en Graham, 68.
[4] "L'anarchismo nel movimento operajo,"