Individualismo
metodológico
Con excepción del insurreccionalismo, los principios tácticos de
Malatesta no abogaban por tácticas específicas, sino que ofrecían directrices
para escoger tácticas. En su naturaleza metodológica, aquellos principios eran
consistentes con la redefinición del anarquismo de Malatesta como método, cuya
importancia para el pensamiento anarquista difícilmente puede ser
sobre-enfatizada.
En la transición desde la
versión de 1884 de “L'Anarchia” a la de 1891 puede uno
discernir al mismo tiempo la continuidad de temas y lo innovador de las
conclusiones a las que Malatesta llegó eventualmente. La anarquía ya no se
definía, más o menos estáticamente, como un esquema, una descripción ideal de
cómo se organizaría una sociedad perfecta en su conjunto; en vez, se describía
como un método que define a un proceso de final abierto, que garantiza que la
mejor sociedad posible se alcance, sin describir cuáles serían sus rasgos
específicos. Tal método era un método de libertad; su pre-requisito era que la
propiedad privada de los medios de producción y el gobierno fuesen abolidos; y
la fuerza motriz de evolución social era la solidaridad. La relación entre la
solidaridad de individuos y la organización de la sociedad en su conjunto había
sido invertida: ya no se trataba de que la mejor organización de la sociedad
asegurase la solidaridad de los individuos, sino que ésta última engendraba,
por medio de la libre iniciativa, la mejor organización social posible. Las ideas
sobre soluciones específicas a los problemas sociales aún eran relevantes, pero
éstas concernían a los individuos, y como tales contribuían a dar forma a la
nueva sociedad, mientras fuesen inspiradas por el faro de la solidaridad. En
suma, el método anarquista se convertía no sólo en la esencia del partido
anarquista en el presente, sino también de la sociedad anarquista en el futuro.
En el centro de la
transición de Malatesta desde definir el anarquismo en términos de esquemas de
sociedad a definirlo en términos de método había un giro aún más fundamental en
su pensamiento, que provee de unidad al tema discutido hasta ahora. Conceptos
como colectivismo y comunismo eran inherentemente colectivos, mientras que el
método era individualmente aplicable. En correspondencia, el giro en cuestión
era un giro metodológico desde una perspectiva holística a una perspectiva
individualista de la sociedad. Los términos “holismo metodológico” e
“individualismo metodológico” pertenecen a la filosofía de la ciencia social del
siglo veinte. En breves cuentas, el primero explica la conducta de los
individuos en términos de la influencia y las restricciones que los conjuntos
sociales ponen a cada cual; el segundo explica los conjuntos sociales como
resultado final de las complejas interacciones entre los actores.[1]
Aunque Malatesta nunca usó tales términos y no puede ser reclamado como
precursor de ideas propuestas décadas más tarde, una perspectiva metodológica
individualista es evidente en sus escritos después de 1889. Por ejemplo, en la
de 1891 de “L'Anarchia” escribió:
El ser real es el hombre, el individuo. La
sociedad o la colectividad — y el Estado
o gobierno que afirma representarla — si no es una abstracción vacía debe
componerse de individuos. Y es en el organismo de cada individuo que todos los
pensamientos y actos humanos inevitablemente tienen origen, y de ser
individuales se vuelven pensamientos y actos colectivos cuando son o comienzan
a ser aceptados por muchos individuos. La acción social, por lo tanto, no es ni
la negación ni el complemento de la iniciativa individual, sino que es el
resultado de iniciativas, pensamientos, y acciones de todos los individuos que
componen la sociedad; una resultante que, siendo todas las demás cosas iguales,
es mayor o menor dependiendo de si las fuerzas individuales se dirigen a un
objetivo común o están divididos o son antagonistas. Y si en vez, como lo hacen
los autoritarios, uno quiere decir acción gubernamental cuando habla de acción
social, entonces ésta aún es resultante de fuerzas individuales, pero solo de
aquellos individuos que forman el gobierno o de quienes por razón de su
posición pueden influenciar la política del gobierno.[2]
A diferencia del
individualismo metodológico del siglo veinte, que es explicativo y descriptivo,
el individualismo metodológico de Malatesta tenía además un carácter
prescriptivo, convirtiéndose en la base de su modelo de acción social
intencionada. Sin embargo, evaluar la sociedad es igualmente requerido en los
dominios descriptivo y prescriptivo, por lo tanto la extensión de conceptos
metodológicos desde un domino a otro se justifica. La distinción entre
individualismo metodológico y ético debe ser también enfatizado, pues Malatesta
no era un individualista en el segundo sentido, su defensa de la solidaridad
como la base del socialismo claramente lo demuestra.
Ya existían elementos de
individualismo metodológico en la tradición de pensamiento político que influenció
a Malatesta, esto sugiere que tal postura no era una mera adición contingente a
las ideas de Malatesta, sino que estaba lógicamente conectada a ellas. Por
ejemplo, Carlo Pisacane, quien tuvo fuerte influencia sobre los
Internacionlistas italianos, escribió en 1857 que no se negaba que la
revolución debía hacerla “el país”. Sin embargo, añadió, “el país está
compuesto de individuos... Si todos dijesen: la revolución debe ser hecha por
el país y yo, siendo una parte infinitesimal del país, tuviese mi infinitesimal
porción de deber que hacer y lo hiciese, la revolución se llevaría a cabo inmediatamente
y sería invencible debido a su escala”.[3]
Además, actitudes
metodológicas opuestas estaban ya implícitas en las respectivas perspectivas
sobre la voluntad humana sostenida por los marxistas y los anarquistas desde la
Primera Internacional. Los marxistas se centraban en comprender las leyes de
desarrollo de los procesos sociales autónomos. En vez, los voluntaristas
anarquistas se centraban en las agencias individuales de los actores sociales y
su interacción. Tal contraste, que inmediatamente se presta para ser descrito
metodológicamente en términos de holismo versus individualismo, subyace a los
distintos modos en que se establecían las metas colectivas. Para los holistas
el objeto de la acción intencionada de los proletarios era la “misión histórica”
asignada a ellos por las leyes del desarrollo social. En contraste, los
individualistas enfatizaban que los fines de la acción intencionada se
escogían.
Después de 1889 la postura
individualista metodológica de Malatesta se hizo explícita y abarcó todo tema
con que lidió en L 'Associazione.
Por ejemplo, aunque siempre había hecho una distinción entre
las minorías conscientes y las masas, el nuevo énfasis puesto en la brecha de
consciencia entre las minorías y las masas señalaba una reorientación de su
perspectiva sobre su relación mutua. En la Internacional se sostenía que el
proletariado era el sujeto revolucionario, y la Internacional debía ser la
organización del proletariado. Una suposición holística subyace a tal
perspectiva, desde la cual, como Malatesta más tarde reconoció, la tendencia
procedió a pasar por alto la brecha entre las masas proletarias y la minoría
consciente que de hecho formó la Internacional. El nuevo reconocimiento de
Malatesta de esa brecha iba mano a mano con su rechazo de toda suposición
holística. La organización que él defendía en 1889 ya no era la organización
del proletariado entero, sino un partido anarquista. Este último estaba
compuesto por trabajadores, pero solo afirmaba representarse a sí mismo, no al
proletariado en su conjunto. Clamaba autonomía al mismo tiempo que reafirmaba
su propósito de trabajar entre las masas y de “ir hacia el pueblo”. La
distinción entre las organizaciones anarquista y de trabajadores no fue un
ajuste a una brecha de consciencia contingente entre minorías y las masas.
Sino, adoptó un carácter prescriptivo, como dejó en claro Malatesta en 1897,
remarcando que “los congresos anarquistas deben ser sostenidos por los
anarquistas, no por los trabajadores en general”.[4]
La reorientación metodológica
de Malatesta fue también evidente en su nueva perspectiva del colectivismo y el
comunismo. En 1884 había mantenido que el colectivismo era impotente para
llevar a cabo una transformación moral del pueblo. En contraste, en 1889
mantuvo que la transformación moral del pueblo impediría que el colectivismo
trajese de vuelta el privilegio y el trabajo asalariado.
Sobre el tema del
pluralismo, también, Malatesta no tomó solamente una postura instrumental por
el bien de la unidad, sino que le dió al pluralismo un carácter prescriptivo.
Abandonar la controversia colectivista-comunista no era solo una posibilidad
táctica, sino también una necesidad dictada por el método anarquista.
Finalmente, al moverse de
una idea de la anarquía como descripción de la organización social óptima, a la
de la anarquía como método, Malatesta resolvió totalmente la idea de la
sociedad anarquista en disposiciones y acciones individuales. El resultado
final de la interacción entre actores se dejó inespecificada; pero en el grado
en que la interacción estaba informada por disposiciones anarquistas, y por lo
tanto conducida por el método anarquista, el resultado podía solo ser una
sociedad anarquista.
[1]
J. W. N. Watkins, "Ideal Types and Historical
Explanation," The British Journalfor the Philosophy of Science 3 (1952); reimpreso en Readings in the Philosophy ofScience, ed. Herbert Feigl y May Brodbeck (New York: Appleton-Century-Croft,
1953), 729.
[2] Anarchy, 36.
[3] Carlo Pisacane, "Political
Testament," en Graham, 68.
[4] "L'anarchismo nel movimento
operajo,"